Es muy común que no sepamos darnos el valor que merecemos, nos ponemos en un segundo lugar y vamos socavando nuestra autoestima. Es entonces cuando los “soy incapaz” o “no puedo” se hacen eco en nuestra vida y se convierten en una realidad.
En Proverbios eighteen:21 se nos dice: «La lengua tiene poder de vida y muerte». Esto nos muestra que nuestras palabras tienen el poder de construir y edificar, pero también el poder de destruir y herir.
Por lo tanto, es importante que cuidemos y nutramos nuestro corazón, llenándolo de la Palabra de Dios y permitiendo que su Espíritu nos transforme. Solo entonces podremos utilizar nuestras palabras como un instrumento del amor y la gracia de Dios.
Es evidente que el poder de la palabra es enorme para hablar con otras personas de todo cuanto es bueno y bello en nuestra vida, este es probablemente uno de los mejores usos que tiene.
Nuestras palabras pueden ser una fuente de vida y esperanza para aquellos que están pasando por momentos difíciles, o pueden robarles la alegría y la esperanza. Es crucial tener cuidado con lo que decimos, ya que nuestras palabras pueden tener un impacto duradero en los demás.
“Por lo cual, desechando toda inmundicia abundancia de malicia, recibid con mansedumbre la palabra implantada, la cual puede salvar vuestras almas”
Reconocer la autoridad de la Palabra de Dios implica aceptar que sus mandatos y principios deben regir nuestras vidas en todos los aspectos.
La Biblia nos exhorta a usar nuestras palabras de manera responsable y sabia. En Efesios four:29, se nos dice: «Ninguna palabra corrompida salga de vuestra boca, sino get more info la que sea buena para la necesaria edificación, a fin de dar gracia a los oyentes».
Al ponerse en el lugar de los demás y considerar sus sentimientos, podemos elegir palabras que sean edificantes y alentadoras.
Es importante recordar que nuestras palabras pueden tener un impacto duradero en las personas que nos rodean. Podemos usar nuestras palabras para edificar, alentar y consolar, o podemos usarlas para dañar, destruir y desanimar.
“Antes bien renunciamos a lo oculto vergonzoso, no andando con astucia, ni adulterando la palabra de Dios, sino por la manifestación de la verdad recomendándonos a toda conciencia humana delante de Dios”
La Palabra de Dios nos llama a ser cuidadosos con nuestras palabras y a evitar cualquier forma de lenguaje ofensivo o vulgar. En lugar de eso, debemos elegir palabras que construyan y edifiquen a los demás.
El espíritu es el que da vida; la carne para nada aprovecha; las palabras que yo os he hablado son espíritu y son vida.
siendo renacidos, no de simiente corruptible, sino de incorruptible, por la palabra de Dios que vive y permanece para siempre. Porque: Toda carne es como hierba, Y toda la gloria del hombre como flor de la hierba.
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